No soy nadie sin mi cuaderno de bocetos a mano. Vaya a donde vaya siempre necesito llevarlo encima junto a mis grafitos y cretas, porque sé que en cualquier momento puede aparecer ese motivo que me llama a inmortalizarlo sobre el papel, bien sea esperando el bus, tomando un café o dando un paseo. En estos últimos años, dibujar se ha convertido en una afición enormemente estimulante que me ayuda a despejar la mente y también a trabajar la observación consciente de lo que me rodea.
Pasó un tiempo hasta que logré dar con el formato de libro y el tipo papel con el que más cómoda me sentía. Para esos detalles he sido siempre muy maniática, no me vale cualquier papel y me molesta mucho no poder abrir bien las páginas de un cuaderno cuando dibujo o simplemente escribo.
Con todo esto y después de haberlo experimentado en manos propias, me decidí hace unos meses a realizar un nuevo tipo de cuadernos en blanco o sketchbooks que incorporaran esos detalles que yo misma busco en mi día a día. Las cubiertas son de papel nepalí encerado y los cuadernillos están cosidos y encolados con apertura de 180º, realizados en diferentes papeles libres de ácidos. Son ideales para técnicas secas -dibujo a lápiz, carboncillo, sanguina, pastel y tinta-, así como para tomar notas, apuntes y también para la práctica de caligrafía.
Estos cuadernos de bocetos o esbozos se realizan bajo pedido y hay tres tipos de papel disponibles, en color blanco o beige, así como distintos acabados para las tapas.
La superficie del papel es de grano ligero (en la foto inferior, el papel de la izquierda) o con suave textura (papel de la derecha), y el gramaje oscila entre 96 y 150g/cm2, según el tipo de papel. El número de hojas se puede adaptar a las necesidades particulares.
Para más información: coneledeva@gmail.com.